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COLECCION DE DOCUMENTOS INÉDITOS
DEL ARCHIVO DE INDIAS.
COLECCION
DE
DOCUMENTOS INÉDITOS,
RELATIVOS AL DESCOBRIMIE NTO, CONQUISTA Y COLONIZACION
DE LAS POSESIONES ESPAÑOLAS
EN AMÉRICA Y OGEANIA,
SACADOS, EN SU MAYOR PARTE, DEL
REAL ARCHIVO DE INDIAS,
bajo la dirección de los Sres. D. Joaquín F. Pacheco y D. Francisco de Cárdenas, miembro* de varias reales academias científicas ; y de D. Luis Torres de Mendoza , abogado de Ioi Tri- bunales del Reino,
CON LA COOPERACION DE OTRAS PERSONAS COMPETENTES.
TOMO II.
y. fe -a
MADRID: IMPRENTA ESPAÑOLA, TORIJA, 14. 1864,
BREVE Y SUMARIA RELACION DE LOS SEÑORES,
y maneras y diferencias que habia de ellos en la nueva españa y en otras provincias , sus comarcas , y de sus le- yes . usos y costumbres, y la forma que tenian en tribu- tar á sus vasallo» en tiempo de su gentilidad, y la que Después de conquistadas se ha tenido y tiene en los tri- butos QUE PAGAN Á S. M. Y Á OTROS EN SU REAL NOMBRE , Y EN EL IMPONERLOS Y' REPARTIRLOS , Y DE LA ORDEN QUE SE PODRÁ TENER PARA CUMPLIR CON EL PRECEPTO DE LOS DIEZMOS, SIN QUE LO TENGAN POR NUEVA IMPOSICION Y CARGA DE LOS NATURALES DE AQUELLAS PARTES, DIRIGIDA Á LA C. R. M. DEL T{ EY D. FELIPE, NUESTRO SEÑOR, POR EL DR. ALONSO DE ZORITA, OYDOR QUE FUE DE LA REAL AUDIENCIA QUE RESIDE EN LA MUY INSIGNE Y GRAN CIUDAD DE MEXICO DE LA NUEVA ESPAÑA. (1)
Queriendo una vez hallar a Julio César, Vftrio Ge- mino, sobre negocios que le importaban, comenzó su plá- tica diciendo: «Aquellos que delante de ti, ó César, osan hablar , no conocen tu grandeza ; y los que delante de ti no osan hablar, no conocen tu bondad. Con mucha más razón se podrá decir, christianisimo y muy poderoso princi-
(1) Esta relación fué primeramente copiada de su original por Lorenzo Boturini : hiciéronse después otras copias , y la que ha servido para la publicación se ha Confrontado con la existente en el tomo xli de la Colección de I). J. B. Muñoz.
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pe, rey y señor nuestro, por V. M. , pues tan dignísima- mente está puesta y con muy más verdadero titulo consti- tuida en más seguro estado que César estaba , al tiempo que con el habló fário Gémino, pues lia hecho á V. M. el omnipotente Dios rey de muchos y muy grandes y poderosos reynos y señoríos en Europa, con parte de África y Asia, y universal rey y supremo señor de todas las Indias del Mar Océano, donde V. M. tiene y posee más reinos y provin- cias que ningún otro principe en el mundo, y cada dia se descubren y atraen á su real servicio grandísima multitud de gentes, y muchas y dilatadísimas tierras, é infinitas ri- quezas jamás vistas ni oidas, en tanta superabundancia, que los muy poderosos reyes temen y se espantan al oirlo.
Queriendo , pues , este siervo y leal vasallo de V. If. de- dicarle esta sumaria y breve relación de los señores y se- ñoríos de esta Nueva España, y de la manera y sujeción de ellos; de la forma que sus vasallos solían tener en los tributos, en tiempo de su gentilidad, y de la que han tenido y tienen después que se conquistó; los tributos que pagaban á V. M. y á otros particulares en su real nombre, y la im- posición y repartimiento de ellos, y si conviene que por ahora paguen diezmos los naturales de aquella tierra; teme , considerando la espantosa grandeza de V. M, y su humilde y bajo estado; pero conociendo que hay en V. M. lo que Vario dijo que había en César, para le osar hablar, que es la gran benignidad y clemencia , de que Dios tan cumplidamente ha dotado á V. M, , me da animo para lo osar hacer, y para desechar el miedo que me lo im- pedia.
A V. M. humildemente suplico reciba este pequeño ser- vicio, pues me atreví aponerme en ello por corresponder á la voluntad de V, M., satisfaciendo lo mejor que pude á lo que V. M. desea saber, como parece por su real cédula so-
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bre que se funda esta relación; y si fuere digna de que V. M. la mande admitir, sera dar grandeza d este su criado, que con algún trabajo ha procurado averi- guar lo que contiene la calidaa\de lo que en ella se trata, y ocasión 'para que otros hagan lo mismo en otras provincias, pues son tantas las que V. M. en aquellas partes posee, y de tan diversos usos y costumbres , que es menester que muchos se ocupen en ello. Nuestro Señor la católica real persona de V. M. por muchos y muy felices aíios guarde y prospere en su sanio servicio, cotí aumento del universo.
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DOCUMENTOS INÉDITOS
Á LOS MUY ILLUSTEES SEÑORES PRESIDENTE Y
OYDOítES DEL REAL CONSEJO DE S. M , DE LAS INDIAS, EL DOC- TOR ALONSO DE ZORITA , QLE FUE DE LA AUDIENCIA REAL QUE RESIDE EN LA MUY INSIGNE Y GRAN CIUDAD DE MÉXICO DE LA NUEVA ESPAÑA.
Sentencia es, muy illustres señores , de aquel gran filósofo Platón, a quien Cicerón, y después de él, el glo- rioso San Hierónimo llaman divino, que seria muy gra- ve cosa, si Dios mirase más á nuestras ofrendas y sacri- ficios, que á la voluntad con que se ofrecen. Esto confirmó Nuestro Señor y Maestro, en lo que dijo en loor de aquella pobrecita que echó en el gazofilacio dos dineros, prefirien- do la ofrenda pobre de aquella buena mug-er, que ofreció cuanto tenia , á las de los ricos y poderosos, que habían echado otras mayores, de lo que les sobraba.
Considerando, pues, yo esto, muy illustres señores, y • tomando atrevimiento para ofrecer á S. M., este pobre y mal ordenado tratadillo de los señores y señoríos y tri- butos de la Nueva España , y sobre la órden que tenían en la subcesiony gobierno en tiempo de su gentilidad, con otras cosas á esto tocantes , y sobre la órden que se debe tener en el diezmar, para cumplir con el precepto de los diezmos, sin que se tenga por cosa nueva; confiado en que S. M., imitando al Rey del cielo, reciba este muy pe-
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queíío servicio con aleg-re rostro, no teniendo tanta cuen- ta con lo que ello es, como con la voluntad con que se le ofrece ;
A V. SS. suplico, en su real nombre, lo acepten y manden ver y examinar, y para que ose parecer ante la Real Magestad le dé V . S . ser y autoridad, pues es de personas tan illustres recibir con igual rostro los servicios de los que mucho y poco pueden, para que estos se tengan por pagados de su trabajo, y otros se animen á les hacer otros mayores. Y si mereciere se me haga esta merced tan señalada, será incitarme á que acabe algunas otras cosas que tengo comenzadas y otras trazadas. Nuestro Señor las muy illustres personas de V. SS. ponga en- aquel es- tado que su gran ser y calidad merecen, y al cabo de muy larga vida, dé á V. SS. el premio y gloria eterna.
La causa que hueo para escribir ésta relación, y porque no se ha hecho antes de ahora.
Por diciembre del año de 53, se despachó de Valladolid una real cédula, en que se envió mandar á las Audiencias de Indias hiciesen ciertas diligencias para averiguar al- gunas eludas de que S. M. quería ser informado, sobre los señores que habia, y tributos que les pagaban los natura- les de aquellas partes, en tiempo de su gentilidad, y des- pués que están de la corona real de Castilla; y que he- chas, las enviasen á S. M. con su parecer.
Cuando esta real cédula se recibió en la Audiencia de los Confines , donde yo estaba por oydor, me partí para México, donde S. M. me envió á mandar fuese á servir por oydor en la Audiencia que allí reside, y cuando de que ya se habían hecho las diligencias, y enviádolas con su
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parecer, y en la de los Confines se hicieron también des- pués que de alli salí. Y pareciéndome que tenia obliga- cion á decÁr lo que siento, por estar en servicio de S. M. al tiempo que aquella su real cédula se envió, y cuando se hicieron las diligencias y se envió el parecer que S. M. manda, y que no me excusa no haberme hallado pre- sente en ambas Audiencias, cuando de ello se trató; he deseado siempre decir lo que he averiguado y sabido en 19 años que estuve en aquellas partes en servicio de S. M. Los dos primeros en Santo Domingo, por oydor, y los otros tres siguientes en el Nuevo Reyno de Gra- nada, y en Santa Marta, y Cartagena, y Cabo la Vela, á donde por mandato de S. M. fui á tomar residencia al gobernador de aquellas provincias; y vuelto á Santo Do- mingo á servir mi oficio, recibí provisión de S. M., en que me hizo merced de mandarme le fuese á servir por oydor á la Audiencia de los Confines, donde estuve tres anos, y vi- sité casi toda la provincia de Guatimala , y los demás es- tuve en México. Y por las muchas ocupaciones que á con- tinua he tenido, no he podido hacer lo que tanto he de- seado; y como ahora me hallase desocupado, por haberme venido á estos reynes con licencia de S. M., porque a causa de tener poca salud, no estaba para le poder servir con la diligencia y cuidado que siempre lo habia hecho: determiné sacar en limpio lo que muchos anos há tengo en mis memoriales y borradores , y poner por respuesta de cada capítulo de la real cédula lo que hiciere á su propó- sito. Y aunque siempre en las partes que he andado, he procurado saber los usos y costumbres de los naturales de ellas; como tenia intento de responder, en teniendo lugar, á esta cédula, me informé, estando en México, muy en par- ticular sobre lo que contiene, como S. M. por ella lo man- da, de religiosos doctos y antiguos de la tierra, que han
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andado muchos años entre los naturales de ella, que son los que con más cuidado han entendido en saber y averi- guar estas y otras cosas semejantes, y mucho de ello se averiguó en mi presencia, y asimismo me informé de in- dios antiguos y principales, de quien se podia creer que dirian verdad. Aunque está cierto que en esto, ni en otras cosas que sean de su gobernación y costumbres, no se puede poner ni dar regla general, porque en cada provin- cia hay grande diferencia en todo, y áun en muchos pue- blos hay dos y tres lenguas diferentes, y casi no se tratan ni conocen, y esto es general en todas las Indias , según he oido; y de lo que yo he visto y andado en ellas, que ha sido mucho, puedo con todo afirmar ser asi verdad. Si algo se averiguase contra lo que aqui.se dixere, será la causa la diversidad que he dicho que hay en todo en cada provincia, y no porque haya faltado diligencia para saber la verdad. Y no es de maravillar que entre los indios se halle ahora alguna variación de las relaciones que dan, porque demás de ser la falta las más veces de los intérpre- tes, como carecían de letras y escriptura y todas sus anti- güedades las tenían en pinturas, y de estas las más se han perdido y estragado, y la memoria es deleznable, y faltan los más de los viejos que lo podían saber; hay diversas re- laciones de todo. Y también es la causa la poca cuenta que se ha tenido y tiene en saberlo, como sea cosa de que se saca poco ó ningún interés.
Podré afirmar que lo que aqui se dixere es cierto, por- que para ello, principal y particularmente, me ayudé de tres religiosos de San Francisco, sin otros de las otras órde nes, muy antiguos en aquella tierra, porque fueron á ella pocos años después de ganada: y el uno de ellos era de los doce primeros que á ella fueron, todos grandes siervos de Nuestro Señor, y que siempre han tratado entre aquellas
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gentes, y extendido su doctrina y cristiandad por toda la Nueva España, y en Michuacan y Galisco ó Nueva Gali- cia y en Panuco. Y que lian tenido siempre gran cuidado de saber y averiguar los usos y costumbres de aquellas gentes, y los averiguaron mejor que ahora se pudiera ha- cer, por haber alcanzado los viejos de quien se podían in- formar, y estar como estaban algunas pinturas enteras y sanas, y lo sacaron muy fielmente de ellas, ayudados para ello de indios viejos principales que sabian y enten- dían bien su declaración, y que lo habían visto y oido á sus mayores. Tomé, de lo que cada uno de ellos averiguó y de lo que yo tengo en mis memoriales, lo que hace al propósito de lo que la real cédula contiene, poniéndolo por la mejor órden que pude; y lo que yo tengo en mis pape- les asi mismo lo averigüé con indios ancianos, mediante religiosos antiguos, y muy buenas lenguas de las tres ór- denes que hay en aquellas partes.
No trataré de cada provincia en particular, sino de lo más principal y general de la Nueva España, ó lo más de ella. Y porque la cédula que se envió á la Audiencia de los Confines, contiene algo más que la que se envió á Mé- xico, pondré los capítulos de ella, y responderé ácada uno por si , aunque no por su órden, y comenzaré del nono que es el siguiente:
CAP. IX. «Otrosí: averiguareis cuales señores de los caciques te- nían el señorío por subcesion y sangre , y cuales por elección de los subditos ; y que es el poder y jurisdicción que estos caciques ejercita- ban, y que provecho' viene <í los subditos de este señorío, en. su gober- nación y pulida »
Respuesta. Este capítulo contiene cuati o preguntas, como van en él señaladas, y para mayor declaración de ellas, se responderá á cada una por sí.
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Entre estos naturales había, y hay comunmente donde no los han deshecho, tres seilores supremos en cada pro- vincia, y en algunas cuatro, como en Tlaxcala y en Te- peaca; y cada uno de estos señores tenia su señorio y ju- risdicción conocida y apartada de los otros. Y habia otros señores inferiores, á quien comunmente llamaban casi- ques, que es vocábulo de la Isla Española.
Lo mismo averigüé, andando visitando, que habia en Utlatan, que es una provincia principal junto á Guatima- la, siendo allí oydor de V. M. ; y lo mismo averigüé que habia (como adelante se dirá más largo) en el .valle de Matla é ltzincolzlabac (1), que son juntos á México, estando allí entendiendo en una comisión de V. M.
En México y en su provincia habia tres señores prin- cipales , que eran el señor de México y el de Tezcuco y el de Tlacopan, que ahora llaman Tacuba. Todos los demás señores inferiores servían y obedecían á estos tres señores, y porque estaban confederados, toda la tierra que se suje - taban la partían entre sí.
Al señor de México le habían dado la obediencia los señores de Tezcuco y Tacuba en las cosas de guerra , y en lo demás eran iguales , porque no tenia el uno que ha- cer en el señorio del otro, aunque algunos pueblos tenían comunes, y repartían entre sí, los tributos de ellos ; los de unos igualmente y los de otros se hacían cinco partes: dos llevaba el señor de México, y dos el de Tezcuco, y una el de Tacuba.
En la subcesion de estos señores supremos habia diver- sos usos y costumbres, según las provincias : en la de Mé- xico y sus consortes y Tlaxcala eran casi de una manera.
La más común subcesion era por sangre y linea recta,
(1) Eztl'ahuacan.
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de padres á hijos; ni le subcedian hijas, sino el hijo mayor, habido en la mujer más principal que entre todas las de- más tenia el señor para este efecto conocida , y era la más respetada de las otras y de todos sus vasallos ; y si algu - na habia que fuese de las señoras de México, esta era la más principal, y su hijo el subcesor, siendo para ello. Y lo mismo era en toda su tierra y en Tezcuco y Tacuba, y en las provincias á ellos sujetas.
Si el nijo mayor no tenia habilidad para poder gober- nar, el padre señalaba uno de los otros , el que le parecía más hábil y suficiente para que le subcediese ; teniendo siempre respeto á los hijos de la mujer principal, para esto y para todo.
Si no tenia el señor hijo varón , y tenia hijas , y algu- na de ellas tenia hijos, nombraba el señor uno de estos sus nietos, el que tenia por más suficiente. Y si tenia nietos de sus hijos, los prefería á los de las hijas; prefiriendo siem- pre á los que eran de la mujer principal, si eran para ello. Y esto hacia el señor cuando no tenia hijos ó no eran para gobernar ; y si ninguno de sus hijos y nietos tenían habi- lidad para gobernar, no hacían nombramiento, sino que- daba la elección para ello á los principales de su señorío, porque de estos era elegir señor en defecto del subcesor, y en ello se guardaba la orden que se dirá adelante.
Por manera que tenían los señores más cuenta con de- xar subcesor para que gobernase las tierras y vasallos, que no en dexarlos á sus hijos y nietos , ni con dexarlos por señores, como lo hizb el gran Alejandro; y en este caso, subcedian en las tierras y vasallos que tenían, patrimonia- les , que llamaban y llaman mayegiles, y los repartían á su voluntad entre sus hijos y herederos , como adelante se dirá.
Si el señor no tenia hijos ó nietos, ó no eran para ello,
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subcedia en el señorío hermano, y iba por elección, en saliendo la subcesion de hijos ó nietos , porque de estos el señor nombraba el que habia de suceder, como se ha dicho,, y de los hermanos elegían el que era más bastante.
En defecto de hermanos , ó no siendo para ello, elegían un pariente-del señor, el más suficiente, y no lo habiendo, eleg-ian otro principal, y jamás elegían mazehual, que es la g-ente común ó popular ; y siempre se tenia cuenta con elegir de la linea y parentela del señor, si lo habia, quien: fuese para ello, y en defecto de estos, elegían otros.
Si faltaba subcesor al señor de México, elegían los se- ñores principales de su señorío, y la confirmación era de los señores supremos de Tezcuco y Tacuba; y si á estos les faltaba sucesor, elegían los principales y señores de su tierra, y la confirmación era del señor de México. Y ya ellos estaban informados si la elección se habia hecho en la forma dicha, y si no, mandaban tornar á elegir de nuevo.
, La mesma órden se tenia en la subcesion de los señores y supremos de México,' Tezcuco y Tacuba, y cada señor de estos tres confirmaba la elección de sus subditos , por- que , como está dicho, cada uno de ellos tenia su señorío conocido y apartado, con jurisdicción civil y criminal; y los supremos subjetos de estos tres señores dichos, confir- maban los otros sus inferiores, y así la misma órden se te- nia en toda la Nueva España , ó diferian en muy poco .
En el reino de Michuacan habia la misma órden y era poca la diferencia. El señor en sus dias habia de nombrar al que le habia de subceder de sus hijos ó nietos, y desde luego comenzaba á mandar, y tenia alguna mano en la gobernación , porque así era su costumbre , y el señor lo quería y tenia por bien: y esto solo era en el reino de Michuacan.
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Si este seaor no habia nombrado cual de sus hijos ó nietos le habia de subceder, cuando estaba en lo. último de sus dias, se lo iban á preguntar, y el que él nombraba sub- cedia ; pero lo más ordinario era que el señor en salud nombrara el que le habia de subceder, como se ha dicho, y para esto hacia particular fiesta con sus ceremonias , y desde entonces quedaba por conocido subcesor.
En algunas partes , en especial en el señorio de Méxi- co, subcedian los hermanos, aunque hubiese hijos, por su orden , siendo para ello, porque decian que siendo hijos de un padre, habian de ser iguales; y acabados los hermanos, tornaba la subcesion á los hijos del señor, por la órden que se ha dicho , En México sucedió Montezuma á dos herma- nos suyos que reinaron antes que él ; y en Tecpan-Guati- mala, que es un pueblo muy principal junto á Guatima- la, conocí yo á un seiior que habia subcedido á un su her- mano y está aun vivo, y también yo conoci á un hijo del sefíor ya difunto, y tenia unas rentas y mayegües que habian sido del patrimonio de su padre, y el tio tenia el, señorio; pero también decian que se habia liecho esto, por- que el hijo del señor era ciego, y puso en el casicasgo (l) al hermano, el que gobernaba en aquella sazón.
Si algún hijo, ó algum otro de los que tenian derecho para subceder en el señorio, se mostraba ambicioso del se- ñorio y mando, ó se queria preferir ó aventajar á los otros en su traje*, ó se entremetía en el gobierno ó mando ñutes del tiempo, aunque el señor lo hubiese nombrado ; por el mismo caso, aunque faese el mayor ó el más suficiente, no lo admitia el pueblo ála subcesion, ni lo consentía el señor supremo^ á quien pertenecía la confirmación, porque est,a no se inicia hasta que era muerto el señor, y en este caso.
(l) , Bill la dignidad ú oticio de caeique.
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dexaban pasar algunos dias, para entender cual de los hi- jos ó nietos, ó otro que tuviese derecho á la subcesion, era mejor para regir y g-obernar, ya que elegían por la forma que se ha dicho y el supremo lo confirmaba.
Como eran las guerras tan continuas entre ellos, se te- nia gran cuenta, para la subcesion y para la elección, con el que era más valiente, si con esto era hábil para gobernar; y el señor que no habia hecho algunas hazañas y mostrá- dose guerrero y animoso, carecia de algunas insignias y joyas en su traje y vestidos.
Algunos quieren decir que la más común subcesion era de hermanos á hermanos , y después los hijos del señor de forma, por su órden como ya se ha dicho; pero lo que he dicho es lo que yo he podido averiguar, y lo más general, y la sustancia de lo que se usaba de la subcesion y elección, y con esto se confirma lo que dice Fr. Francisco de los Na- vos en una relación que de ello me dió.
No hay para que decir las ceremonias que hacían cuan- do era electo ó sucedía algún señor; solamente me parece decir como lo llevaban al templo, y iba con él g*ran nú- mero de gente con gran silencio, y lo subían de brazo por las gradas, que no eran pocas, dos indios principales , y llegados á lo alto, el administrador de él le daba y ponia las insignias reales , y lo saludaba con alguinas breves pa- labras , y lo cubría con dos mantas de algodón , la una azul y la otra negra, y en ellas pintadas mu?has cabezas y huesos de muertos, porque se acordase que se habia de morir como los demás.' Acabadas las ceremonias, le hacia el mismo ministro una plática en la forma siguiente:
«Señor mió: mirad como os han honrado vuestros va- sallos, y pues ya sois señor confirmado , habéis de tener mucho cuidado de ellos, y mirarlos como á hijos; y mirad que no sean agraviados, ni los menores maltratados de los
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mayores. Ya veis como los señores de vuestra tierra, vues- tros vasallos todos, están aqui con sus gentes, cuyo padre y madre sois vos, y como tal los habéis de amparar y defen- der y tener en justicia, porque los ojos de todos están pues- tos en vos, y vos sois el que los habéis de regir y dar órden. Habéis de tener gran cuidado de las cosas de la guerra, y habéis de velar y procurar de castigar los delincuentes, asi señores como los demás, y corregir y enmendar los ino- bedientes. Habéis de tener muy especial cuidado del servi- cio de Dios y de su templo, el que no haya falta de todo lo necesario para los sacrificios, porque de esta manera todas vuestras cosas tendrán buen suceso y Dios tendrá cuidado de vos.»
Acabada la plática, el señor otorgaba todo aquello, y le daba las gracias por el consejo, y bajaba al patio donde todos los otros señores le estaban aguardando para le dar la obediencia, y en señal de ella, después de hecho su acatamiento, le presentaban algunas joyas y mantas ri- cas, y de allí lo acompañaban hasta su aposento, que esta- ba en el mesmo patio, y no salia de él en cuatro dias, los cuales ayunaba y hacia gracias á sus ídolos, y á ello iba al templo á sus horas señaladas. Acabados estos cuatro dias, venían todos los señores, y lo llevaban con mucho aparato y regocijo á sus casas, donde hacían grandes fies- tas y gastos, y de alli adelante mandaba como señor, y era tan obedecido y temido, que apenas habia quien levan- tase los ojos para le mirar al rostro, sino era habiendo, mi- rando, placer con algunos señores privados suyos.
En Tlaxcala, Xuexocinco y Choiolan , el que habia de subceder al señor le promovían primero á una dignidad ó título que llaman Tecuitli , que era la ma}ror que entre ellos habia; y acabados, los del pueblo, lo vituperaban y le decían palabras injuriosas, y le daban empujones para pro-
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bar su paciencia; y era tanto su sufrimiento, que no ha- blaba palabra, ni volvia el rostro á ver quien lo injuriaba y maltrataba.
De su natural , aquellas gentes son muy sufridas , y ninguna cosa basta á las turbar y alterar. Son de suyo muy sujetos y corregibles , y si les reprenden ó riñen algún descuido, obran ó están con gran humildad y atención , y no responden más de «pequé» ; y cuanto más señores son, con más humildad lo dicen, y algunas veces dicen: «pe- qué ; no te enojes, mira lo que quieres que haga.» Hablo de los que están en su simplicidad natural , porque los que han sido esclavos ó viven ó tratan con españoles, están muy trocados. En este auto que hacian los del pueblo con estos nuevos señores, se entiende bien su gran humildad y sufrimiento.
Tratado de la manera que se ha dicho, lo llevaban á un aposento del templo, y alli estaba un año, y a las veces dos, encerrado haciendo penitencia , y se asentaba en tierra, y á la noche le ponian una estera en que dormía, y salia á sus horas ciertas, de noche, al templo á echar in- cienso. Los cuatro dias primeros no dormía, sino era de dia un rato, sentado, y estaban con él guardias, que, si se iba á dormir, lo picaban con unas picas de metí ó maguey, que son como punzones , por las piernas y brazos , dicién- dole: «Dispierta, que has de velar y no dormir, y has de te- ner cuidado de tus vasallos. No tomas cargo para dormir, sino para velar, y ha de huir el sueño de tus ojos y tener- los abiertos y en vela para mirar por los tuyos.»
Ya que habia acabado su penitencia, sus deudos y criados proveian las cosas necesarias, que no eran pocas, para la fiesta que se habia de hacer, y ponian por memo- ria los señores que habian de ser convidados, y los princi- pales y amigos y parientes y allegados; y según el nú-
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mero de la gente que habia de venir, ponían en unas» grandes salas lo que (i cada uno se había de dar y guar- dar.- Estaba todo á punto; señalaban el día y contaban desde el día que había nacido, para que no fuese aquel dia pares , porque lo tenían por mal signo , y la cuenta que para ello hacían era bien delicada.
Señalado el dia , enviaban á convidar los señores v comarcanos y amigos y deudos . El mensajero que iba á cada uno, venia delante de él, aposentándolo y proveyén- dole de todo lo necesario.
Si algún señor estaba malo ó muy impedido, que no podia venir, enviaba en su lugar uno de los muy principa- les de sus vasallos , y con él venían otros muchos princi- pales, y traían el asiento del señor y lo ponían en su lugar, porque á cada uno le estaba señalado el suyo, conforme á su estado, y estaba vacío y junto á él se sentaba el que ve- nia en lugar del señor ausente, y delante su silla ponían todos sus presentes y su comida , y allí hacían todas las ceremonias y acatamientos, que hicieran al señor, si estu- viera presente.
Venido el dia de la fiesta, todos aquellos señores, que se habían juntado, llevaban al nuevo señor por la mañana al templo, y con él iba gente innumerable , con bailes y cantos y regocijos, y allí le daban el título de señor.
Acabadas las ceremonias, daban de comer á todos los convidados , y muchas dádivas y presentes , en que se ha- cían muy grandes glastos, porque era mucha la gente á quien daban , y lo mesmo á los señores que habían venido á la fiesta y á sus criados, deudos y allegados, y muchas limosnas á pobres y necesitados.
Por manera que, aunque les faltaba el conocimiento de Dios verdadero, se imponían , para recibir estos señoríos, en sufrir trabajos, y en ayunar, tener paciencia y7sufri-
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miento, y en dar gracias á sus ídolos , y en hacer limosnas y en otras obras virtuosas, aunque sin algún mérito, por faltarles la fee. Y como dice Lactancio hablando de los gentiles, en el lib. 6, cap. 9: «Aunque tuvieron algún ras- tro de las obras de misericordia, y se exercitaban en ellas, eran obras semejantes á cuerpo sin cabeza, porque les fal- tó el conocimiento de Dios verdadero, que es la cabeza y lo principal , y sin él todas las virtudes son como miem- bros sin vida.»
En el nuevo Reyno de Granada, oí decir que el se aor de Sogamoso, para subceder en aquel estado, hacia per itencia siete años, encerrado en el templo, que no veia sol ni luz, ni gente, más de los que le servían , y esto era á efecto de probar su sufrimiento. Este me vino á ver de su pueblo, que habia más de treinta leguas, y trajo g*ran aparato; y en llegando á cada pueblo, lo primero que mandaba era que supiesen si habia algunos pobres indios ó españoles, y los mandaba proveer de comida y leña, porque es tierra muy fria. Y no era cristiano, por descuido de los que te- nían obligación á lo doctrinar, ni lo eran sus vasallos, ni los demás de aquella ; y estando yo allí, comenzaban á ir frailes y á entender en la doctrina.
Otro señor, que creo era el de Chia , habia primero de serlo de otro estado menor, para que allí lo provocasen y se viese si era bastante para sufrir el otro señorío. Y en Cabo la Vela me dixeron también los de aquella costa te- nían ciertos dias de ayuno, que llaman coima, y lo guar- daban inviolablemente ; y tampoco estos eran cristianos. Y yo acerté á estar allí en tiempo de ayuno, y entendí con cuanto rigor lo guardaban. Y visitando la tierra de Gua- timala, me dijo un religioso, docto y de buena vida, que es ya obispo, que los de aquella tierra, que él tenia á su cargo para los doctrinar, solían en su gentilidad tener
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ciertas oraciones y ayunos, en que se levantaban de noche muchas veces á rezar; y que para no se descuidar con el sueño, los que eran muy devotos y los viejos dormian los pies cruzados , para en cansándose despertar y levantarse á rezar. Dejo otras cosas, que pudiera decir á este propósi- to, por tornar á lo que se trataba.
Cuando alguna vez venia algún señor inferior, ó algún principal á visitar al señor supremo, ó á lo consolar en al- gún trabajo que le habia sucedido , le hacia un razona- miento, que, aunque no bien ordenado, contiene buenos avisos, y dicho en su lengua no parece tan mal como tra- ducido en otra estraña , y el religioso que tradujo esto, afirmaba que no mudó letra de la substancia, y dice asi:
«Señor mió: estéis en hora buena el tiempo que estu- vieredes al lado (1) y mano izquierda de Dios en el se- ñorío y mando que tenéis, sois. coadjutor suyo y estáis en su lugar; y habéis de mirar mucho lo que hacéis. Sois ojo y oreja y pies y manos para mirar y oir y procurar lo que á todos conviene. Las palabras que salen de vuestra boca, os las pone Dios en el corazón, para que declaréis á los vuestros lo que deben hacer.»
«Delante vos tenéis por espejo el cielo y la tierra , en que como en pinturas, podéis ver lo que tiene fin y lo que no lo tiene.»
«Habéis de tener memoria de vuestros pasados, para imitar los que fueron buenos. Haos dado Dios pies y ma- nos y alas, donde se amparen los vuestros. Haos señalado el Señor que os crió, en daros capacidad para regir justo á todos, ayuda y conserva; que ante él el malo teme y el bue- no tiene contento.»
(1) Eü el original dice equivocadamente : estvieredes desaliado; error acaso nacido de la repetición hecha por el copiante de la sílaba des.
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«No os faltará trabajo, pero mirad que ninguna cosa ya, ni el sueño ni la comida, tendréis con mucho reposo. No osfahará desasosiego, considerando lo pasado, para po- der prevenir á lo venidero. Estáis, señor , metido en mu- chos cuidados y tiraores, en considerarlo pasado y presen- te y porvenir, á cuya causa no podéis tomar gusto en el comer, ni en el beber, ni en el dormir, y tendréis el cora- zón afligido, procurando conservar vuesti o señorío, y aún de lo aumentar. Esforzad, pues , y no desmayéis, que vos sois señor y padre y madre de todos, y no hay quien sea vuestro igual. Sois árbol grande de amparo y abrigo para todos; gente tenéis que os ayuden, que son vuestros pies y manos, y se acogen á vuestra sombra, adonde cogen aire de consuelo, y tenéis la mano llena para los consolar, y la justicia para castigar al malo. Los instrumentos ne- cesarios tenéis para apurar y perfeccionar á todos, y para hacer que cada dia crezca el pueblo con buenas costum- bres. Vos dais á cada uno orden de vivir, y los honráis se- gún sus méritos ; y como crecen en ellos, les aumentáis la honra. Sois exemplo y dechado de todos, con lo cual dexa- reisen este mundo mortal, como en pintura, vuestra fama. A los viejos debéis honrar y aconsejaros de ellos, porque así acertareis á mandar lo que sea justo, y á vedar lo que no lo fuere. Gran merced os hizo Dios en poneros en su lu- gar; mirad por su honra y servicio. Es fuerza que no des- mayéis, que aquel alto Señor que os dió carga tan pesada , os ayudará y dará corona de honra , si no os dexais vencer de lo malo. En esto que Dios os puso, podéis merecer mu- cho, no haciendo cosa mala. Los muertos no ven vuestras faltas, ni vendrán á os avisar, ni pueden. No hagáis cosa que á los vivos deis mal exemplo. Mirad que á vuestros pa- sados no les faltó trabajo, y tuvieron cuidado de gobernar su señorío, y no durmieron con descuido ; procuraron au-
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mentar su|tierra y dexar de sí memoria. El concierto que dexaron no lo pusieron en un dia. Tenían cuidado de con- solar al pobre y al afligido, y á los que poco podían, y con razón á los viejos, porque hallaron en ellos buenos conse- jos. A cualquier necesitado socorrieron con gran voluntad, con lo que os dexaron honra y carga. Ensanchad vuestro corazón; no lo encojáis, y sed el que debéis, valiente y esforzado, y nunca hagáis vileza. No quiero daros más pe- na con mi plática. » Eespuesta del señor:
«Amigo mió: seáis muy bien venido: contento me ha dado lo que me habéis dicho, y á Dios habéis hecho servi- cio. ¡Oh, si yo mereciese una de tantas y buenas palabras, y tan preciosos consejos como han salido de vuestras en- trañas I, dignos son cierto de ser estimados y puestos en el corazón. No debo tener en poco vuestro trabajo y el amor con que me amáis y me habéis amonestado y consolado. Si fuese yo el que debo, todas vuestras palabras había de reconocer en mis entrañas; ¿dónde oyera yo tales consejos y avisos? Cierto, amigo mió, vos habéis hecho vuestro de- ber en lo dicho ante Dios, yo os lo agradezco; reposad y descansad, amigo mió.»
Las señoras que iban á visitar las supremas , también les hacían sus razonamientos en esta forma:
«Señora mia : estéis en buen hora, todo el tiempo que Dios fuere servido de os dar vida , en el estado que tenéis en su nombre. Debéislo servir, y reconocer las mercedes que de su mano habéis recibido. Habéisos de desvelar en su servicio, y poner en él vuestros pensamientos y suspi- ros. Esforzaos en Dios, y no desmayéis. ¿A quién, que mejor lo haga, podéis dejar el cargo que Dios os ha dado? ¿Qué harían vuestros vasallos y los pobres sin vos? Todos os en- comiendan á Dios, para que los amparéis debajo de vues-
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tras grandes alas, como el ave á sus hijos , y como tales se acogen á vos , para que los abriguéis y consoléis. Mi- rad, pues señora mia, que no pongáis á ninguno de ellos en olvido, pues á todos sois abrigo y amparo y consuelo. Mirad los vuestros con alegría y con algún refrigerio, no los desconsoléis, ni les deis cosa mala; ántes poco á poco, como á niños , los criad , y no los ahoguéis en el sueño con el brazo del descuido. No seáis encogida ni escasa; ántes ensanchad el regazo de misericordia , abrid las alas de piedad, donde vuestros hijos, que son vuestros vasallos, sean refrigerados y hallen consuelo; y así irán en creci- miento, y acrecentareis vuestra corona, y seréis muy obe- decida, siendo señora y madre de todos.
Haciéndolo así, mereceréis ser de los vuestros muy amada y servida. No seáis con ellos corta en obras ni pa- labras consolatorias y dulces, y así harán ellos de grado lo que mandáredesj, y á tiempos buscarán á su señora y madre para le manifestar sus trabajos. Y cuando Dios fue- re servido de os llevar de esta vida , llorarán todos acor- dándose del Señor y del amor que les mostrásteis y de las buenas obras que de vos recibían ; y pues os vais poco á poco acercando á la muerte, mirad bien, señora mia, todo esto.
Si vos, señora, hiciérades lo que yo os he dicho, dexa- reis de vos memoria y buenexemplo aún en las tierras muy apartadas de las vuestras , y quedareis en el corazón de todos. Sino agradeciéredes á Dios las mercedes que os ha hecho en haberos puesto en honra y estado, será la culpa y el afrenta y perdición; y si le sois agradecida, os dará el pago. No quiero seros mas importuno.»
Respuesta de la señora:
«Hermana mia : yo os agradezco mucho vuestros bue- nos avisos; por amor de Dios sea, que gran consuelo he re-
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cibido. ¿Quién soy yo? Esta gracia al señor y á su pueblo la habéis vos hecho, y yo he recibido el consejo. ¿Quién soy yo para me estimar? No soy sino una vasija sujeta á corrupción . No es de olvidar vuestro amor y vuestras pa- labras y lágrimas , con que me habéis esforzado, y si yo mereciese tomar vuestras obras, y obrar vuestros consejos de madre, yo os lo agradezco mucho; reposad y holgad, hermana mia.»
Los que hubieran tratado aquellas gentes, no se admi- raran de que haya en ellos tan buenas razones y consejos.
Andando yo visitando en tierra de Guatimala, por mon- tañas y sierras y malos y 'ásperos caminos , venían á mí cada dia mensajeros á me visitar y preguntarme cuando iria á sus pueblos, de parte de los señores que estaban le- jos , porque los de cerca venían ellos. Y los unos y los otros me decían tan buenas palabras , agradeciéndome el trabajo que por ellos pasaba por aquella tierra tan áspera, que daba gran contento en oírlos, y ánimo para sufrir los grandes trabajos que pasaba, por ver y entender lo que convenia para la visita que hacia. Y decían que me venían á visitar, por ellos y por sus mujeres y hijos , y que todos me lo agradecían y enviaban encomiendas, y los de cerca traían consio-o sus hijos, aunque niños.
Están injustamente infamados aquellas gentes de fal- tos de razón y desagradecidos, y cuando hay alguna mues- tra de esto en ellos, es cuando el miedo los tiene asombra- dos, por las crueldades que con ellos se'lian hecho y hacen; y á esta causa hay de nuestra parte dificultad para creer lo bueno que de ellos oímos. No hay indio, por bozal que sea, de los que no están escandalizados, que aunque no haya visto ni tratado españoles , en viendo algunos no les dé cuanto les pidieren , y no sabe servicio que les hacer. Y tienen tan buena razón , que saben muy bien decir su
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embajada ó lo que pretenden, tan bien dicho y sin turbar- se , aunque sea ante el Visorey y toda la Audiencia , como si toda su vida se hubiera criado en negocios y con gente muy avisada. Y aunque esto y otras cosas que se dirán sean algo fuera de propósito, suplico á V. M. se me perdo- ne, que todo es un intento de servir á V. M. , para que se vea la poca razón que tienen los que aquellas g'entes infa- man, y porque no sé si se ofrezca ocasión otra vez para lo decir; aunque no diga ni diré todo lo que pudiera y se ofrece, por no ser demasiado.
A los señores supremos llamaban y llaman tlatogues, de un verbo que dice tlatoa, que quiere decir hablar, porque estos como supremos y meros señores, tenian la ju- risdicción civil y criminal y toda la gobernación y mando de todas sus provincias y pueblos de donde eran señores. Y á estos eran sujetos las otras dos maneras de señores, como